Cierra los ojos.

Respira.

¿Cómo no hacerlo? Respiramos aproximadamente 21.000 veces al día.

¿Cuántas respiraciones son conscientes? Probablemente ninguna.

Yo te voy a pedir solo tres. Tres respiraciones conscientes.

Hazlo ahora por favor, y después sigue leyendo, si te apetece, claro.

Ahora imagina que debajo de tu nariz colocas un objeto que desprenda un aroma que te agrade. Estás sentado en tu silla y no tienes nada a mano que desprenda un olor, pero da igual, imagina que tienes ESO que te gusta justo debajo de tu nariz; te doy ideas: tu taza de café de la mañana, tu tostada de aguacate, una copa de un vino especial, una rosa, un jazmín, esa cazuela de lentejas, una ramita de romero, el bosque, ese resto de perfume que utilizabas hace 20 años o el que ponías a tus hijos cuando eran pequeños.

¿Ya has elegido? Bien.

Cierra los ojos de nuevo e imagina ese aroma justo debajo de tu nariz.

Haz tres respiraciones profundas, intensas y muy conscientes. Después, sigue leyendo, por favor.

Me alegro mucho de que te sientas mejor. Porque seguramente ahora mismo te sientes más centrado, más relajado y tu nivel de bienestar se ha elevado unos puntos.

Acabas de tener una experiencia aromática a nivel mental. Solo “imaginar” los aromas ha hecho que tu cerebro libere oxitocina y por eso te sientes mejor.

Recuerda oler tu café matutino, en lugar de beberlo rápidamente, o esa copa de vino, o esa comida deliciosa. Hazlo y de verdad te digo que estarás a punto de descubrir una dimensión preciosa y seguramente desconocida para ti.

Un abrazo aromático.

Yolanda.